Friday, August 31, 2007

Rolling!, action!....cut!!

Hace un par de semanas mientras paseaba por delante del restaurante Pastis en el Meatpacking District me fijé en varios carteles colgados en las farolas de la calle donde se podia leer "No Parking Tuesday 4pm-2am. Production: How to Lose Friends. "

Mi primera experiencia con este tipo de avisos fue hace cosa de un año cuando los vi a solo una manzana de mi casa para la producción Music and Lyrics. A la mañana siguiente los coches habían desaparecido y en su lugar había unos remolques de unos veinte metros de largo con unas escaleras en los laterales que llevaban a unas pequeñas puertas donde se podían leer distintos nombres de pila John, Jack, etc. Me marché a trabajar como de costumbre sin darle más importancia a la presencia de aquellos remolques. Cuando volví a casa por la noche a pocos metros de mi casa había unos focos iluminando la calle y un pequeño grupo de gente mirando. Me acerqué a ver qué era y vi que estaban rodando una escena. Era como estar asomada al “making of” de una película: cámaras, luces, técnicos de sonido y una persona con la claqueta con el número de toma y una voz que gritaba rolling!, action! ...cut!. Entonces levanté la vista y ví a Hugh Grant bajando por la calle hablando con otro de los actores de la película... CUUUT! y vuelta a empezar. Así estuvieron un rato, pero ya era tarde y me metí en casa. Mi día no podía haber acabado mejor, viendo a Hugh Grant rodando una película y en la calle de mi casa. Al día siguiente cuando me levante para ir a trabajar los remolques habían desaparecido y los coches habían vuelto a aparcar como de costumbre y por supuesto de Hugh Grant ni rastro.

Poco tiempo más tarde volvieron a aparecer los avisos, esta vez para la producción Perfect Stranger. En esa ocasión uno de los remolques estaba aparcado delante de mi casa y en una de las puertas se podía leer "Halle". En aquel momento no me llamó la atención, crucé la calle y vi que en la esquina había arremolinado un grupo de gente viendo el rodaje de una escena. La señora que estaba a mi lado le pregunto a uno de los técnicos qué era lo que estaban rodando y el chico contestó que era una escena de la película Perfect Stranger con Halle Berry. En cuanto escuche el nombre pensé Halle ese es el nombre en la puerta del remolque que está aparcado delante de mi casa así que ese debe de ser su camerino. Me quedé un rato viendo a Halle Berry rodar una escena en la que salía de una cafetería, andaba por una calle y entraba en un edificio. Repitieron la misma escena lo menos diez veces antes de que decidiera seguir mi camino. Por la noche cuando llegue a casa no había ni rastro de los remolques, pero a mi me quedo la satisfacción de saber que por unas horas Halle había sido mi vecina.

Desde entonces he visto esos avisos en decenas de ocasiones por distintos barrios y después de un tiempo deja de llamar la atención ver rodajes en la ciudad. Sin duda se ruedan más películas en Manhattan que en cualquier otro lugar del mundo y eso sin contar las series de televisión que trascurren íntegramente aquí como Sex and the City, Law&Order o CSI NY. Así que cuando el otro día leí los avisos, me imagine que How to Lose Friends sería otra película y esta vez sí que investigue de qué producción se trataba. El título completo es How to Lose Friends and Alienate People y en ella actúan Kirsten Dunst, Jeff Bridges y Gillian Anderson (aka Scully) y no es la única película que se rueda ahora en Nueva York. En estos momentos se están rodando al menos veinte películas en sus calles: What Happens in Vegas... con Cameron Díaz y Ashton Kutcher o Burn After Reading con Brad Pitt, George Clooney y John Malkovich, entre otras, lo que explica que durante estas dos últimas semanas la concentración de celebrities en las calles de Nueva York haya sido especialmente elevada.

Muchos famosos ya sean actores, actrices o modelos viven en Nueva York y se dejan ver por la calle en su vida cotidiana dando un paseo, tomando un café o haciendo unas compras. Algunos ejemplos son Yoko Ono, Meryl Streep, Woody Allen, Isabella Rosellini, Ethan Hawke, Kyra Sedwick y su marido Kevin Bacon o supermodelos como Karolina Kurkova y Giselle Bundchen, casi irreconocibles con ropa deportiva, el pelo recogido y sin maquillaje. Los neoyorquinos no les molestan y a veces ni se percatan de su presencia lo que explica que muchos fijen su residencia aquí donde pueden llevar una vida normal sin ser perseguidos por los paparazzi como ocurre en Los Ángeles. Solo los visitantes osan interrumpir esa normalidad y al ver un famoso no pueden resistir la tentación de pedirle una foto o un autógrafo para tener otro recuerdo más de su visita a Manhattan. No obstante, por muy acostumbrado que se esté a ver celebrities cuando se vive en Nueva York, escenas como la familia Jolie-Pitt pasando un día con sus hijos en el tiovivo de Central Park no dejan indiferentes a nadie y despiertan la atención de habitantes y visitantes por igual.

Tuesday, August 21, 2007

The Hamptons

Aquí la temporada de verano empieza con Memorial Day (el último lunes de mayo) y termina en Labor Day (el primer lunes de septiembre). Esto es extraoficialmente, claro está, pero lo cierto es que este calendario afecta a todo, especialmente a los precios de los hoteles y a los alquileres de la época estival.

En estos tres meses los Hamptons se convierten en el sitio más 'in' para pasar el verano en Nueva York y, como tal, en una auténtica pasarela de ricos y famosos que o bien poseen una casa en la zona o bien están invitados a alguna de las 1000 y 1 fiestas y actos benéficos que se organizan durante el verano. Así, desde Jon Bon Jovi a Brooke Shields pasando por Gwyneth Paltrow y Chris Martin, Sir Paul McCartney o, como no, Donald Trump, por mencionar solo a unos pocos, se dejan ver por los Hamptons con sus familias durante esta época.

El neoyorquino de clase media también intenta hacerse un hueco en este selecto grupo y para ello recurre a los alquileres que tanto proliferan en esta época. El precio varía según el tamaño y comodidades que ofrezca la casa, la ubicación y el periodo de tiempo por la que se alquile, pero son en cualquier caso precios prohibitivos. Por ello, es común entre los jóvenes profesionales con cierto poder adquisitivo alquilar una casa entre varios y así repartir el coste, aunque no nos engañemos, esta fórmula tampoco está al alcance de cualquier bolsillo pudiendo llegar a costar una media de 4,000 dólares al mes por una habitación en una casa.

Los Hamptons están situados en Long Island y lo forman los pueblos y aldeas de Amagansett, Bridgehampton, East Hampton, Hampton Bays, Montauk, Napeague, North Haven, The Quogues, Sag Harbor, Sagaponack, Shelter Island, Southampton, Springs, Wainscott, Water Mill, Westhampton, y Westhampton Beach. Cada uno de ellos tiene un encanto especial y se puede apreciar como a medida que nos alejamos de la ciudad van pasando de pueblos casi urbanos a ser auténticamente pesqueros. Así, mientras que en el primero, Southampton hay boutiques de algunos de los mejores diseñadores, lujosos hoteles y restaurantes e impresionantes mansiones, en Montauk el paisaje da paso a un ambiente mucho más marinero donde se puede ver a los pescadores tomando una cerveza en alguna de sus tabernas.

De Nueva York a Southampton se puede llegar en autobús, tren o coche, en aproximadamente una hora y media y a Montauk en dos horas y media, todo ello dependiendo del tráfico que, todo sea dicho de paso, los fines de semana de verano es infernal. A primera vista parece pues un lugar perfecto para ir a pasar un fin de semana o incluso un día de playa, sin embargo, todo está pensado para ponérselo difícil al turista de a pie. La playa queda a casi 45 minutos de la parada de autobús y en temporada alta el coche se puede aparcar si se tiene un permiso de residente, algo que solo se puede obtener siendo propietario o inquilino de alguna de las casas.

Lo cierto es que debido a las dificultades con las que se encuentra el turista ocasional para acceder a la zona y a la estricta planificación urbanística que impide la proliferación de grandes construcciones, los Hamptons conservan espectaculares playas casi vacías que apenas están explotadas. Uno se puede tumbar al sol sin tener a nadie en un radio de 50 metros y contemplando una costa limpia con tan solo unas pocas casas construidas en madera y perfectamente integradas en el paisaje. Todo ello contribuye a una sensación de paz y tranquilidad que resulta difícil creer pueda existir a menos de dos horas de Nueva York.

No en vano los Hamptons han sido escenario de numerosas películas, entre ellas títulos tan conocidos como Annie Hall, Interiores, Poderosa Afrodita, más recientemente The Nanny Diaries y Something’s gotta give (Cuando menos te lo esperas). Especialmente ésta última es casi una oda a los Hamptons, donde se desarrolla la mayor parte de la película, y refleja a la perfección toda la belleza que encierra este increíble lugar.

Wednesday, August 15, 2007

ASAP!

Tal día como hoy hace una semana, una terrible tormenta me despertó a eso de las 6 de la mañana. Los relámpagos parecían atravesar las ventanas y colarse en mi habitación y caía tal cantidad de agua y con tal fuerza, que el ruido sobre los cristales era ensordecedor. Después de dar un par de vueltas en la cama me fui acostumbrando al ruido y me volví a dormir. Dos horas más tarde cuando me levanté para empezar el día, apenas llovía y cuando me asomé a la calle todo parecía normal. Por eso me llevé una sorpresa cuando encendí la televisión y estaban hablando de los destrozos que la tormenta había provocado, así como del caos en la circulación y transporte público.

En las dos horas que había durado la tormenta, de las 6 a las 8, habían caído 3,5 pulgadas de agua en JFK y 2,5 pulgadas en Central Park, o lo que es lo mismo, casi 9 cms y más de 6 cms, respectivamente. En Nueva York la hora punta matinal o "morning rush hour" va de las 6 a las 9 de la mañana así que el “timing” no pudo ser más desafortunado y a la hora en que todo el mundo se pone en movimiento para ir a trabajar, varias líneas de metro no funcionaban, los trenes de cercanías sufrían retrasos y en algunas zonas hasta había coches flotando en enormes lagos que había formado el agua de la lluvia. Al parecer, en Brooklyn la tormenta alcanzó la categoría de tornado y arrancó árboles del suelo destrozando algunos de los coches aparcados en la calle.

Cada pocos minutos actualizaban la información tanto en televisión como online en la página del MTA - la autoridad de transporte metropolitano - y de las principales televisiones. Así fue como supe que la línea de metro que debía llevarme al trabajo como cada mañana, era una de las que no funcionaba, los taxis estaban todos ocupados y los autobuses iban tan llenos que pasaban sin molestarse en parar. Con semejante panorama, decidí quedarme en casa un rato a esperar a que la situación se normalizara.

A las 10 ya no llovía e incluso empezó a salir el sol, los trenes de cercanías ya funcionaban y a eso de las 11 casi todas las líneas de metro, incluida la mía, estaban funcionando parcialmente y una hora más tarde a pleno rendimiento. En ese rato se sucedieron todo tipo de informaciones alarmistas cuestionando los sistemas de emergencia además de poner el grito en el cielo porque la gente no había podido llegar a trabajar a la hora. La situación provocó que el alcalde, Michael Bloomberg, tuviera que dar una rueda de prensa para explicar que no había por qué alarmarse, que la tormenta había sido más fuerte de lo que se había previsto en un principio, pero que la ciudad estaba perfectamente capacitada para reaccionar ante estas situaciones y que en pocas horas las cosas volverían a la normalidad, como así fue.

A mi modo de ver la situación se resolvió de manera milagrosamente rápida dando una idea del despliegue de medios y la eficiencia, pero no era suficiente, no para los estándares de aquí. Fue entonces cuando me di cuenta de la esencia del carácter norteamericano; por una parte tienen un sentido de la responsabilidad que no deja lugar a la pillería popular, muy mal vista por cierto, y por otra, son tremendamente perfeccionistas e impacientes por lo que a la menor están quejándose si algo no funciona a la perfección. En esto último los neoyorquinos son especialistas y probablemente por eso la ciudad funciona siempre a toda máquina, ofrece de todo, en grandes cantidades y a todas horas y, por supuesto, a nadie se le ocurre cerrar un domingo o un festivo. Es en definitiva, la cultura de la inmediatez por excelencia, del ASAP (as soon as possible) como dicen ellos.

A pesar de lo exasperante que pueda resultar a veces esa actitud para el que viene de fuera y del estrés que pueda provocar cuando en el trabajo exigen un altísimo nivel de perfección, dedicación y responsabilidad, no puedo dejar de preguntarme si no será precisamente esa manera de ver y hacer las cosas, esa mentalidad, lo que explica que este país sea una potencia mundial y Nueva York su capital económica.

Monday, August 13, 2007

♪ Hot in the city, hot in the city tonight, tonight ♪♪

Los veranos de Nueva York son igual que sus inviernos, extremadamente duros. La humedad puede llegar a niveles insufribles y los aparatos de aire acondicionado funcionando a todo trapo las 24 horas del día no hacen sino contribuir a que esa sensación sea aún más sofocante. El calor que desprende el suelo es tal que el asfalto parece deshacerse bajo los pies y a pocos metros bajo tierra los andenes del metro alcanzan temperaturas casi insoportables.

A pesar de lo mal que ésto pueda sonar, la ciudad en verano ofrece mucho más entretenimiento del que a primera vista podamos imaginar y mucho al aire libre. Así, de junio a septiembre se organizan festivales culturales en los distintos parques de la ciudad como el River to River Festival, Shakespeare in the Park, Met in the Parks y los conciertos de verano del Lincoln Center. Además de cultura, los parques son también escenario de reuniones familiares alrededor de un picnic, de la práctica de varios deportes y de paseos en bicicleta, a pie o a caballo.

Como en verano no puede faltar el agua, los neoyorquinos han ideado algunas de las más originales formas de refrescarse. En los parques y playgrounds, o zonas de recreo para los más pequeños, en verano se instalan lo que llaman sprinklers que no son más que unas fuentes parecidas a aspersores de riego con varios chorros de agua para que los niños jueguen y chapoteen. No obstante, los parques también acogen piscinas públicas para darse un chapuzón dulce de forma gratuita y para el que no pueda resistir la tentación de pisar la arena y sentir la sal del mar en la piel, aquí si hay playa y varias a las que se puede llegar en metro, autobús o en tren.

Los que prefieren un ambiente más exclusivo o privado para disfrutar del verano sin salir de la ciudad, también tienen donde escoger. En este caso, numerosos hoteles de lujo ofrecen la posibilidad de acceder a las piscinas de sus azoteas abonando una cantidad diaria o por temporada que suele dar acceso a la piscina, gimnasio y spa del hotel.

En lo que a gastronomía se refiere, la mayor parte de los restaurantes ofrecen la posibilidad de comer o cenar al aire libre ya sea en una terraza en la acera o en los patios ajardinados de los centenares de brownstones (construcciones de ladrillo de unas tres plantas de altura) que pueblan la ciudad. Algunos son auténticas joyas dispersas por los barrios de Chelsea, Meatpacking, Village, Upper East o Upper West sides y que quedan fuera del radar de los turistas. En esta época los rooftop bars son cita obligada para aquellos que quieren tomarse una copa “con vistas”. Antes de convertirse en bares nocturnos, son el punto de encuentro donde se reúnen los yuppies de la ciudad para socializar y relajarse después de una intensa jornada de trabajo.

Así, mientras que en la mayoría de las capitales europeas sus habitantes se marchan de la ciudad como alma que lleva el diablo dejando las calles desiertas y comercios cerrados, los manhannites hacen del verano una estación de la que disfrutar. Puede que sea la ciudad que nunca duerme, ni en agosto, pero ello no obsta a que sus habitantes aprovechen el verano convirtiendo una invernal pista de hielo en una inmensa piscina, una agradable terraza o un parque de atracciones.

Thursday, August 2, 2007

Presentación

Este es mi primer post de lo que espero sea una serie de relatos que iré escribiendo desde la gran manzana y sobre la gran manzana.

Nueva York es una ciudad que muchos han tenido la oportunidad de visitar, pero quizá no de saborear en toda su esencia. Es el espejo en el que no sólo se mira el resto de los Estados Unidos sino el resto del mundo y cualquier cosa que aquí sucede tiene repercusiones en el resto del planeta. La ciudad tiene una oferta cultural casi ilimitada y cuando hablo de cultura no sólo me refiero a ópera, teatro, musicales, ballet, cine, museos o galerías de arte, sino también a maravillas gastronómicas de los lugares más recónditos del mundo, mezcla de razas y gentes y la convivencia de todas las religiones que podamos imaginar. Además es una ciudad donde viven muchas de las más conocidas 'celebrities' lo que la hace una fuente inagotable de cotilleos.

Este espacio será un reflejo de todo ello, recogerá curiosidades de la vida cotidiana y en definitiva, el son al que late el corazón del mundo con la intención de que sirva de guía a aquellos que quieran venir a pasar unas vacaciones, quizás una larga temporada o simplemente estén interesados en saber un poco más sobre esta enigmática ciudad.